miércoles, 30 de noviembre de 2016

Análisis en equipo: Permanencia y Cambio Social


Libni
Vijai
Valeria
Mariana
Ángeles
La permanencia se puede ver en dos sentidos: como regularidades de los fenómenos sociales y de  los políticos en particular; y como la continuidad que alcanzan ciertas instituciones, y el  patrimonio tanto cultural como el natural. Como parte del patrimonio cultural puede mencionarse  a la costumbre, que se refiere a maneras de actuar social permanente, al menos por un tiempo  histórico más o menos prolongado, pero no por siempre. Los valores producidos en una sociedad  favorecen la continuidad del statu quo o de lo establecido.
La tradición, que de acuerdo con Anthony Giddens es un concepto moderno de no más de  doscientos cincuenta años de antigüedad, por ejemplo, es utilizada para mantener el orden social establecido, o se ha implantado para generar una diferenciación social que luego hay que mantener.
Los roles correspondientes a los actores de cada tipo de familia, a través del tiempo, permanecen y cambian en los diferentes periodos históricos de larga duración, pero también a través de, o trascendiendo, dichos periodos. Durante largo tiempo, por ejemplo, la mujer de una familia cumplió el rol de reproductora de la especie como algo natural. Ahora, ese rol puede tener un carácter cultural y menos natural, por lo cual ella puede decidir no ser reproductora de la especie, sin dejar de ejercer su sexualidad.

Existen dos enfoques teóricos fundamentales acerca del conflicto, factor de cambio, el estructural-funcionalista y el marxista. El primero antepone la cooperación y el consenso ante el conflicto; el segundo considera determinante y promueve la lucha de clases o sea el conflicto, al cual en los hechos lo encuentra motor de las grandes transformaciones históricas. La crítica y la denuncia constantes del orden social establecido constituyen el recurso ideológico-político, para promover el cambio social. Dentro del enfoque estructural-funcionalista existen las posiciones críticas, pero más que transformaciones radicales como lo proponen los marxistas, ofrecen soluciones moderadas o reformas. En última instancia conciben al conflicto como algo anormal, ya que parten de que la estructura social opera principalmente por los elementos funcionales y cooperadores. Los cambios que se generan a través del tiempo, los conciben como cíclicos y espontáneos, a la vez que limitados por la estructura social, la cual los ha permitido para lograr algunas adecuaciones o ajustes pero nunca transformaciones .Ha sido lo que podríamos denominar la escuela europea, la que frente al historicismo estadounidense, ha mantenido su mirada puesta en situaciones de cambio, transformación y permanencia. Desde Comte (orden y progreso) hasta Marx (lucha de clases), de Durkheim (tipos de solidaridad) a Spencer (evolucionismo), desde Weber (distribución del poder) hasta Simmel (tratamiento explícito del conflicto), y otros europeos, encontramos a los más proclives a reconocer el cambio, y alguno a promoverlo insistentemente. El enfoque marxista que como se dijo privilegia al conflicto por encima del orden social establecido, y lo concibe como motor de las transformaciones históricas propugna por la Revolución la cual sería la realización de un cambio social rápido, profundo y violento de las estructuras sociales e instituciones políticas de una sociedad, con el fin de llevar al cabo, desde el poder, la transformación de las relaciones sociales de producción mediante la socialización de los medios de producción y la dirección económica de los trabajadores buscando acabar así con la división del trabajo en manual e intelectual.

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